Introducción

INVIERNO. Días lluviosos

El recinto principal del tejar es una larga nave con dos hornos. En una gran extensión, las paredes están formadas por celosías de ladrillos; además tiene dos amplias aperturas, con lo que la luz, la penumbra y las sombras, crean las condiciones para la magia. Pero también entra el viento, y las corrientes que se establecen hacen inútil la ropa de abrigo. Y cuando el viento se combina con la lluvia y se acentúa el vendaval, no puede saberse de dónde viene, o mejor, viene de todas las direcciones a la vez, incluso de abajo hacia arriba. Entonces el único lugar seguro para el cuadro, es la cuchara de la pala del tractor, que casi coincide con las dimensiones del tablero.

Un día vino el dueño del tejar con una escala, subió al tejado, y estuvo colocando las tejas que mueve el viento.

Un día en que el viento soplaba con especial virulencia, ese día, la fuerza del viento fue creciendo, y en un instante tuve la sensación, como una garra que descarga el golpe; la imagen de una garra que a pocos palmos de mi cabeza, descarga el golpe con la fuerza en un instante, y entonces el pesado soporte de aglomerado se abate, y el caballete se doblaba, y no lo puedo sujetar, y el soporte el viento lo estrella contra la escombrera de ladrillos y tejas. Ya he vuelto a poner en pie el caballete, y como única vela la tapa alzada de la caja; esta vez tampoco lo he podido sujetar, otro golpe me lo ha arrancado de las manos, todo el contenido ha salido rodando violentamente y en todas las direcciones; perplejo sin poder decidirme qué recoger primero…

Estoy situado casi al final de la nave del tejar, para tomar una amplia perspectiva, sentado entre el tractor y el muro, ahí se encajona el viento, detrás del tractor a pocos metros una gran abertura donde finaliza el tejar, por allí introduje gran parte del coche (tiene 1.85 metros de altura), de modo que tapé en gran parte la abertura. El flujo de aire disminuyó radicalmente, y el soporte dejó de retemblar.

La respuesta del viento no se hizo esperar: arrojó las tejas del alero sobre el techo del automóvil.

tejar introduccion josé maría mezquita gullón - pintor

Hielo.

El tejar está a cerca de sesenta km., por la carretera del noroeste. Llevo la radio encendida: el parte metereológico señala seis grados bajo cero. El otoño y el invierno han sido muy húmedos: el terreno estaba tan empapado que no imagino hasta qué profundidad llegaría el agua. Pero ese día de Diciembre, el suelo está duro y los granitos de ladrillo machacado forman con el barro un hormigón húmedo, brillante y transparente; y en la sombra, la hierba, blanca como la nieve.

Pero el cielo aparece enteramente azul. Ya he desplegado en su lugar todo el equipo, y empiezo los preliminares rituales. He llevado el pincel sobre el papel, pero el líquido no se extiende bien, y hace raros al intentarlo. En la paleta de hierro, el líquido forma grumos y los pelos del pincel se separan rígidos: ¡se ha helado!